top of page

¡Hola, Jhon!

  • Foto del escritor: Solimar Cedeño
    Solimar Cedeño
  • 17 nov 2022
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 18 ago


Escribir carta a un desconocido

Hola, Jhon. Hace unos días leí tu carta y me pusiste a pensar en todas esas veces en las que yo decidí ver el vaso medio vacío. No te conozco, pero admiro de ti esa capacidad de que, aún entre rejas y castigado, tengas una actitud positiva frente a la vida e incluso te animes a ponerle un poco de prosa a las palabras dirigidas a tus hijas y a tu amor. Encontré tus líneas supremamente dulces y cada vez que describiste a tus hijas, me hiciste recordar un poco a mi padre. Imagino que

debe ser muy duro y lamento mucho tu situación pero siempre hay tiempo para rectificar, aprender y salir adelante. Así es la vida, una gran escuela en la que algunos reprobamos unas cuantas materias pero siempre tenemos la oportunidad de repetirlas hasta aprobarlas (o tal vez no).


A diferencia de ti no soy tan habladora, pero estoy segura de que si charláramos una tarde tendríamos muchas cosas para decir. Las conversaciones amenas siempre me hacen soltar la lengua cuando me siento en confianza. Pero esta vez, me permito expresarte algunas ideas mediante estas líneas. ¿Sabes?, cuando era adolescente llegué a escribir canciones, recuerdo que una vez en el liceo hasta llegué a escribir un corrido en contrapunteo para una tarea y resultó en una pieza musical muy chistosa de cantar. Creo que desde pequeña la palabra escrita y las rimas se me dan muchísimo más fácil que sentarme a hablar con cualquiera. En la escritura encontré y encuentro muchas veces la manera catártica de soltar emociones que me anudan la garganta. Pero a veces, al igual que tú, no sé qué escribir.


Hace poco más de un año mi psicóloga me mandó una tarea que, hasta ahora, ha sido la más difícil para mí. Antes de mandármela me preguntó cuál era mi mayor miedo, y le dije que era la muerte; pero no mi muerte sino la de mis padres o la de mi hermano. La verdad no estoy preparada para ese momento. Ella me dijo: “Quizás no tienes miedo a que ellos mueran en sí… Sino que tienes miedo de no tenerlos y haberte quedado con tantas cosas por decir. Por eso, quiero que te imagines que morirás pronto y a cada uno le escribirás una carta de despedida. Sin juicios ni reclamos, diles todo lo que piensas de ellos, todo lo que te ha dolido y has callado por temor a qué podrían decir ellos.” ¡Sentí que el corazón se me paralizó y junto a él mi cabeza! Enseguida pensé, ¡cómo me voy a despedir de ellos! ¿Pero sabes qué es lo que más me preocupaba? Hacerlo sin juzgarlos y hacerlo sin dolor.


Aunque no tuve una infancia triste y me considero afortunada por tener la familia que tengo, la verdad es que hay muchas cosas que no me han hecho tan feliz. Decirles esas cosas a mi familia sin culparlos, responsabilizarlos o señalarlos fue un verdadero reto y a la vez algo muy liberador. Por supuesto, esas cartas siguen conmigo, nunca las entregué a sus destinatarios porque eso no era parte de la tarea. Pero allí están, espero algún día enviarlas, antes de que sea tarde aunque seguro agregaré o quitaré cosas antes de eso. Siento que quien escribió eso hace un año no es quien te escribe hoy a ti, y eso es bueno. Soltar tantas cosas se sintió genial, aunque en el proceso lloré sin parar. Aún no me imagino poniéndole voz a cada palabra frente a mis padres y mi hermano sin desmoronarme un poco. Y es que pensar en las despedidas es muy duro…


Lo que me gustó de tu carta es que, precisamente, habló de lo bonito de tu familia sin ningún trazo de resentimiento o dolor. Aunque fueron solo unas pocas líneas, lograste expresar lo mucho que quieres a tus mujeres y cuán importantes son para ti. Estoy segura de que si ésta hubiese sido tu carta de despedida, sería un bonito recordatorio de amor para ellas. Espero que sigas escribiendo poemas y pensando en canciones, incluso cuando no te toque hacerlo como tarea (esto también me lo digo a mi). También espero que sigas comiendo bien y valorando lobonito de la vida cada día que pasa. Sí, la vida no siempre es facil pero tampoco es para sufrirla. Si así fuera, preferiría no vivirla, ¿no crees?


Apreciado John, que la felicidad te encuentre en cada respiro y que las ganas de seguir adelante nunca te falten. Que cuando te sientas roto siempre encuentres un lugar que te reconforte y logres armar cada pedazo con mucho amor. Llegará el día de reencontrarte con tus tesoros y te aseguro que será un gran día. Abrázalas fuerte y diles que las amas en cada oportunidad. Porque aunque hoy se los digas por medio de una pantalla de celular, nada se compara a los brazos cálidos de quienes amamos. También diles cómo te sientes tú porque eso también es importante. Nunca esperes hasta el final para decir lo que sientes porque lo cierto es que el final llega de imprevisto, cuando menos lo esperas.


Ahora ya me voy despidiendo porque mis palabras se agotaron momentáneamente y no sé qué más escribir. Solo quiero cerrar agradeciéndote por haberte animado a expresar tu sentir y por darme una lección de buena actitud ante la vida. Estarás bien, deseo de todo corazón que lo estés. Que pronto esas rejas se abran para ti, para nunca más volver a ese lugar en el que hoy

estás castigado. Saludos a tus mujeres.

Esta carta se la escribí a una persona privada de libertad en octubre de 2021. Fue parte de un ejercicio del Taller de Escritura Terapéutica dictado por dos guías increíbles en el área: Ertiza y Carmen Liendo

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


© 2025 Creado por Solimar Cedeño con Wix.com

bottom of page